Las ondas del sonido, al entrar por los oídos y los huesos del cráneo, “viaja” por nuestro cuerpo a través del tejido conjuntivo o conectivo. Es el tejido más abundante y más ampliamente distribuido del cuerpo, es el que recuerda y mantiene la forma del cuerpo. Crea una red de comunicaciones que pasa por todo el cuerpo e incluso entra en las células, rodea todos los vasos sanguíneos grandes y pequeños y todos los órganos. Las rutas primarias del cuerpo coinciden con los meridianos de acupuntura. 

Cuando el tejido está sano y no hay bloqueos, tiene una cierta elasticidad, y el sonido puede viajar a través de él con facilidad. Sin embrago, cuando hay bloqueos o tensión en el tejido conjuntivo, la energía tiene problemas para fluir libremente. En este caso, el tejido conjuntivo puede haberse vuelto seco, duro y rígido.

En este tejido guardamos los bloqueos energéticos, emocionales, puntos donde el tejido ha perdido agua y los procesos bioquímicos no funcionan correctamente. Al perder agua, no hay espacio para la vibración, y la energía no fluye, se queda estancada en esos puntos.

Las emociones incompletas quedan registradas en nuestro cuerpo físico y psicológico como bloqueos, que en psicología son entendidos como defensas y cargas emocionales procedentes de traumas o experiencias de la primera infancia. Los bloqueos surgen como un mecanismo para evitar sentir dolor al encontrarnos con estas experiencias.

Las nuevas investigaciones están demostrando cómo el sonido actúa sobre el proceso biológico del cuerpo. Cuando una onda de sonido entra en el cuerpo y entra en contacto con los diferentes sistemas, estos empiezan a reaccionar intentando vibrar en su frecuencia natural, pero son frenados por los bloqueos antes mencionados.

Si nos imaginamos nuestro cuerpo como una cuerda que vibra a todo lo largo, en ocasiones no puede vibrar de forma completa porque esta cortado por el diafragma. Este músculo, que es el más largo del cuerpo, puede presentar una tensión crónica. La tensión se ha creado en esta zona para no sentir las emociones, tanto agradables como desagradables.

Al no poder vibrar en toda su extensión, “la cuerda” se divide, con lo cual aumenta la frecuencia, pero esto no significa más energía. Al ampliar la frecuencia, la amplitud decrece, y el cuerpo tiene menos capacidad y fuerza, acumula más nerviosismo y tensión, a la vez que reduce su capacidad de sentir. Y con frecuencia se produce una desconexión entre la mente y el cuerpo. Una de las cosas que sentimos al acercarnos a estos bloqueos es el dolor, el recuerdo o el malestar que los bloqueos defienden o encubren.

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